Una de las tareas de la psicóloga en la residencia es facilitar la adaptación y conseguir la plena integración del residente y sus familias en el centro. Hay que tener en cuenta que hasta el momento de la llegada al centro, la persona mayor ha vivido sola en casa o cuidada por sus familiares o conocidos con quien tiene fuertes vínculos afectivos. Por eso, muchas veces no es fácil este cambio y es muy importante mostrarnos cercanos y abiertos así poder aclarar sus dudas y preocupaciones y hacerles sentir acompañados.
Otra de las principales tareas es la valoración psicológica del residente en sus dimensiones (emocional, cognitiva y conductual). Este aspecto es muy relevante para poder realizar un plan de intervención directo y personalizado, dirigido a la rehabilitación cognitiva y el tratamiento del estado emocional y conductual de la persona.
Actualmente, una gran parte de los residentes padecen algún tipo de demencia, y aquí es donde el papel de las actividades de estimulación cognitiva son muy importantes para mantener sus capacidades. Por ello, se programan semanalmente sesiones grupales de estimulación cognitiva, talleres de memoria, talleres de conversación, etc con el objetivo de mantener activos mentalmente a los residentes. Además, la psicóloga también se encarga de las terapias individuales, del trabajo con las familias, acompañamiento en los procesos de duelo, etc.
Todo ello siempre con el mismo objetivo, mejorar la calidad de vida de los residentes y sus familias
